6 curiosidades históricas del parabrisas, un gran desconocido
El parabrisas es una de las partes de tu coche que más ves, si no la que más, durante su vida. Concretamente, cada vez que te pones al volante. Sin embargo, sigue siendo un gran desconocido. Hoy va a dejar de serlo gracias a la gente de Carglass, que nos cuentan una serie de curiosidades históricas sobre él de lo más interesantes. Son éstas:
Los primeros parabrisas
Los conductores de los primeros coches solían usar gafas para protegerse del viento, polvo y de las piedras que podían saltar de los caminos. A principios del siglo XX se comenzaron a introducir los primeros cristales frontales de protección. Estos parabrisas estaban compuestos por dos hojas de cristal horizontales desplazables: cuando la mitad superior se ensuciaba, el conductor podía plegarla seguir adelante.
Pero pronto los parabrisas se ganaron mala fama, pues en un accidente se rompían en mil pedazos y causaban lesiones en los ocupantes, viandantes y motoristas, lo que también comenzó a provocar numerosas demandas. Por este motivo, cuando aparecieron los primeros coches cerrados, con cristales en los cuatro lados, muchas personas tenían miedo a subirse en ellos.
Henry Ford marca el camino
En los años 20 del siglo pasado Henry Ford se convence de que hay que fabricar cristales de automóvil -sobre todo, el parabrisas- más seguros, ya fuera por que varios amigos habían sufrido accidentes, por las demandas recibidas o porque no le gustaba que la ventana trasera del Model T distorsionara la realidad. A Ford también le preocupaba la escalada del precio del cristal, cuyos fabricantes no podían absorber la creciente demanda por parte de los fabricantes.
Por estos motivos, Ford le encarga a Clarence Avery, el “genio” mecánico de la empresa, que busque una nueva forma de fabricación que consiga un cristal más resistente y barato. Junto al especialista Pilkington crean un nuevo proceso de fabricación de vidrio mucho más resistente y barato, pues se produce en la misma planta de River Rouge de Ford.
El cristal laminado, una revolución descubierta por casualidad
El parabrisas laminado es uno de los inventos que más vidas ha salvado y lesiones ha evitado en la carretera. Se descubrió por casualidad en 1903, cuando al inventor francés Edouard Benedictus se le cayó al suelo un vaso de vidrio y no se rompió en mil pedazos. ¿La causa? Ese vaso había contenido nitrato de celulosa y la película seca que quedó sobre el cristal mantuvo los trozos unidos cuando este se rompió.
En Inglaterra, John C. Wood hace un descubrimiento similar en paralelo, pero es Benedictus quien presenta en 1909 la patente de dos capas de vidrio con una de celulosa entre ellas. En 1911 crea la Société du Verre Triplex, que fabricó un compuesto de vidrio y plástico para reducir las lesiones en accidentes automovilísticos.
La decoloración dejó de ser un problema
El cristal laminado fue muy utilizado en las máscaras de gas durante la Primera Guerra Mundial, pero tardó en popularizarse en el mundo del automóvil por su precio y porque la capa intermedia se decoloraba con el paso del tiempo. Lo primero cambió tras la huelga de la Federación de Trabajadores de Vidrio de Estados Unidos de 1937. Lo segundo se solucionó en 1938, cuando Carleton Ellis fabricó el butiral de polivinilo. En 1939, un anuncio de Ford decía que “el cristal de seguridad ‘Indestructo’ da la protección más completa. Además de no romperse en mil pedazos, es cristalino y nunca se decolora”.
Un gigantesco aumento de la seguridad de los coches
No fue hasta bien entrada la década de los 30 cuando los parabrisas laminados se popularizan y se convierten en una de las innovaciones de seguridad más importantes de la historia del automóvil, por varios motivos. El primero, que el cristal ya no se astilla en mil pedazos, reduciéndose las lesiones a los ocupantes en caso de accidente. El segundo es que, al ser más resistente, evita que los pasajeros salgan despedidos fuera del coche en una colisión. Y el tercero, que aumenta la rigidez estructural del coche y protege del aplastamiento del techo en caso de vuelco.
Parabrisas pioneros
Oldsmobile fue la primera marca que incluyó el parabrisas como un elemento de serie en todos sus vehículos, en el año 1915. Ford lo ofrecía desde 1908 en su Model T, como una opción con un sobreprecio de 100 dólares (en un paquete junto al velocímetro y los faros), un precio algo elevado si tenemos en cuenta que la versión más económica de este modelo costaba 825 (unos 18.000 dólares actuales). El primer parabrisas laminado de serie lo montó un Rickenbacker en 1926, dos años después de que Lincoln equipara a varios departamentos de policía con el modelo Police Flyers, que montaba un parabrisas a prueba de balas, realizado en vidrio y policarbonato, de 2,5 cm. de grosor.
El primer parabrisas de una sola pieza con formas curvas lo empleó Chrysler en 1934, en su modelo Airflow Custom Imperial 8. Mucho más tarde llegó el primer parabrisas panorámico, del que presumía el concept car de General Motors LeSabre, presentado en 1951.
A principios de los años 30, Cadillac y Chevrolet comenzaron a diseñar coches con el parabrisas inclinado, por diseño y aerodinámica. En 1936 General Motors introduce el parabrisas dividido verticalmente en sus coches. Y hay una patente de esos años del primer sistema antiempañamiento.